Para
construir una persona equilibrada en todas sus dimensiones:
► Favorece al desarrollo de una visión integral de la persona en sus características
histórico-cultural, humana (antropológico), ético-moral (axiológico), religioso
y trascendente.
► Potencia la
naturaleza religiosa e intrínseca de
cada persona teniendo como base los valores humanos y cristianos que proceden
de la palabra de Dios y persona de Cristo, a fin de encontrar un sentido a la
vida.
► Promueve el hecho religioso como fenómeno que
está arraigado en la vida histórica de
nuestros pueblos a la manera de expresiones, criterios, sentimientos, actitudes
y valores enraizados en la religión cristiana, la cual impregna la
cultura dominicana, y así fortalecer la identidad y pertenencia de la misma.
► Promueve la dignidad inalienable e inviolable de
la persona humana, entendida ésta como fruto de la creación Divina, y así el
estudiante reconozca su valor como individuo objeto de derechos y deberes, en
una búsqueda constante del sentido de su vida, que responde a una relación
íntima con Dios.
► Contribuye
a la formación y desarrollo de valores humanos, trascendentes: intelectuales,
morales, éticos, estéticos y religiosos en los y las estudiantes para que los
puedan integrar en las actividades de la vida cotidiana.
► Suscita una sana convivencia en el medio social y natural en los diferentes
ámbitos afectivos, familiares,
sociales, económicos, políticos, culturales y religiosos que favorezcan la
construcción de una sociedad incluyente.
► Fomenta la práctica de los valores, la
convivencia armónica en la familia, la escuela y el entorno social desde sí y con los y las demás para la construcción
de una sociedad equitativa, justa y solidaria.
► Presenta a Jesús de Nazaret en su contexto histórico, social, cultural y
religioso, su modo de vida auténtica, coherente y honesta, a fin de que los y
las estudiantes se sientan atraídos a practicar
esta oferta de vida.
La dimensiones relacionales
que privilegia
Lo antes dicho se fomenta desde una propuesta
organizada en cuatro dimensiones relacionales que,
entroncadas, constituyen el fundamento para la formación en valores y actitudes
y una relación más profundas y
equilibradas consigo mismo/a, con los y las demás, con la naturaleza
y con Dios, en un proceso de
afianzamiento de la valoración de la vida en sus ámbitos personal, social y espiritual.
a) Relación
consigo mismo y misma.
Esta dimensión propicia que él y la
estudiante se descubran como personas únicas e irrepetible, investidas del
valor supremo de la vida y de una dignidad sagrada, imagen de Dios, de modo que
desarrolle la autovaloración, la auto aceptación, la identidad, la autonomía a través del aprecio de sí y de una rica vida interior marcada, entre otras
cosas, por la capacidad de silencio, de reflexión y de autocontrol.
b) Relación con los y las demás.
Esta
dimensión responde a la naturaleza social de cada sujeto, busca crear condiciones que favorezcan
mejores relaciones entre las personas,
en la diversidad de los ámbitos afectivos, familiares, socio-económicos,
socio-políticos, cultural y religioso, entre otros.
Así pues aprendan a enfrentar y resolver conflictos interpersonales, a realizar trabajos colaborativos, a desarrollar su capacidad de organización y a ejercer de manera consciente sus responsabilidades, defender sus derechos y dar cumplimiento a sus deberes.
Así pues aprendan a enfrentar y resolver conflictos interpersonales, a realizar trabajos colaborativos, a desarrollar su capacidad de organización y a ejercer de manera consciente sus responsabilidades, defender sus derechos y dar cumplimiento a sus deberes.
c) Relación con la naturaleza.
Esta dimensión pretende responder al
don gratuito de la creación de Dios, que nos
lleva a desarrollar una actitud de cuidado, preservación y respeto de la
naturaleza como casa común (Cfr. Aparecida, Documento Conclusivo, Brasil. Núm.
125. Mayo 2007).
Es además lograr el equilibrio
armónico de los componentes del medio ambiente que permitan establecer la
alianza entre el ser humano y éste, de modo que favorezcan la vida digna de las
personas y de su entorno en toda manifestación y circunstancia.
d) Relación con la Trascendencia.
Esta dimensión responde a la
búsqueda de la trascendencia como un rasgo natural y fundamental de los seres
humanos y muy especialmente en nuestro contexto dominicano de profundas raíces
cristianas, que fundamenta el sistema educativo dominicano. (Cfr. Ley General de Educación, 66´97, Art. 4e).
Esta Trascendencia es conocida como
el Dios de amor encarnado en la persona de Jesús de Nazaret, cuyos valores y
actitudes señalan una propuesta de vida personal y grupal. Así pues se propicia
una relación adecuada de los y las estudiantes con un Dios personal,
cercano, revelado en la Biblia, como un
Dios de amor.
En resumen, podemos decir que la Formación Integral
Humana y Religiosa es:
► Respuesta
a la necesidad de apertura e interrelación de la persona con Dios, con los y
las demás, consigo y su entorno natural y social.
► Propiciadora
de un diálogo y encuentro entre fe y cultura.
► Espacio para reflexionar las interrogantes que se
suscitan en la vida.
► Propuesta
de la palabra de Dios encarnada en nuestra cultura como oferta capaz de liberar
al ser humano de las opresiones.
► Búsqueda del desarrollo del ser humano en todas sus
dimensiones.